jueves, 16 de mayo de 2013

La Europa League es para el Chelsea de Rafa Benítez.


Una final rara la que se vio ayer en Ámsterdam. En líneas generales, el Benfica fue mejor en el juego, sobre todo en una primera mitad en la que no marcó por el poco acierto de sus jugadores y algunos resbalones incomprensibles en la línea de gol. El fútbol no fue justo hasta ahí.

Benítez dispuso un equipo que no tenía por qué jugar en tanta desventaja con la pelota. La línea de tres encarnada (Salvio-Gaitán-Rodrigo) era muy superior a la media inglesa. En la medular de Rafa no había ni un solo picapedrero, pero el equipo no lograba conectar dos pases seguidos. Se fueron al descanso y la cosa cambió. El Chelsea equilibró poco a poco la balanza y en estas, vimos a Torres correr hacia Artur. Una gran definición, el 0-1 y los mejores minutos blues. Los ingleses habían logrado adelantarse e imponer su dominio al fin.

¡Vaya penalti!

La imprudencia de un Azpilicueta que no tuvo su mejor día propició el 1-1, que seguramente era más justo con el global del juego. Desde entonces, el fútbol fue alterno y las oportunidades se intercambiaban, desde alguna de Cardozo al tremendo larguerazo de Lampard, que hubiera merecido entrar en homenaje a su extraordionaria carrera en Stamford Bridge. Mata, con las dos asistencias, brilló.

Con Benítez resistiendo sin cambios y con el Benfica más fundido físicamente, llegó la apoteosis en el 93’. Un córner llovido, un balón blando y un impecable cabezazo de Ivanovic, justo reconocimiento al menos al generoso trabajo de Benítez en este difícil año.



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